lunes, 3 de diciembre de 2012

Arcos de la Feontera



Los creadores del Circulo Mágico de Arcos de la Frontera entendían que el círculo son las cuatro funciones de la consciencia: pensar, sentir, intuir y percibir. Para ellos, el cuadrado era la expresión geométrica de la «cuaternidad» (combinación y ordenación regular de cuatro elementos), encarnando lo antidinámico, lo quieto, la estabilización de la perfección y su superposición nos muestra las relaciones entre cielo y tierra, además los cuatro elementos, las cuatro estaciones, las cuatro edades de la vida, pero sobre todo, los cuatro puntos cardinales suministrando orden y fijeza al mundo. Esto no les impedía captar el carácter femenino que suele atribuirse al cuadrado como símbolo preferentemente de la tierra, en oposición al carácter masculino que se advierte en el círculo.

Esencialmente es el viaje para conocerse a uno mismo, conocer el mundo y conocer la realidad, la fuente, Allah. Es un viaje en donde el ego se desmantela de las armaduras que cubren el corazón y el espíritu para alcanzar la plenitud, en donde lo Absoluto se manifiesta en la vida cotidiana, estado que permite al buscador saborear el momento.

El sufí en este lugar es el hijo del instante, se esfuerza por alcanzar la espiritualidad en la vida cotidiana. Es el que pone empeño por vivir en el Aquí y en el Ahora sin estar esclavizado por los condicionamientos negativos del pasado, se siente proyectado al futuro con la idea de desarrollar lo mejor de sí mismo y con el deseo de conocer al Amado a través de Su manifestación.


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